Cuando nuestra piel
se haya impregnado
del aire tórrido del monte
y el tomillo
se confunda con el sudor leve,
cuando desafiemos el paso de las horas,
y el peso de lo sucedido,
y el relieve de lo pensado
se desvanezcan en la tarde
inmóvil
nunca más querré
irme de aquí.
Nunca más desearé
otra cosa
que estemos aquí siempre.
que estemos aquí siempre.
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