Cuando vivíais aquí
La hora era siempre
La hora exacta
la hora más alta
la hora más alta
Los días tenían
Una dirección y un sentido.
Presencias llenas, henchíais el espacio
andabais un paso por delante
del terreno que pisabais, que pisábamos.
andabais un paso por delante
del terreno que pisabais, que pisábamos.
Yo con vosotros
Soy completa.
Yo no soy.
No escucho las campanas
A lo lejos.
Pierdo el intersticio
Desde el que
Estudio la luz.
Me amoldo a vosotros
Como el gato a su cojín
Como la avispa al agua
Que la rodea sin tregua.
Doy lo que sea
Por veros sonreír
Por repetir secuencias
En el sin tregua del camino
En la amenaza de la zarza
la codicia y la ilusión que tiembla
siempre en su racimo.
Cuando abandonáis el lugar
Cuando vuestro coche se resquebraja
de la plaza y la fuente
Bajo un sol que aplasta
Después de decirme
Que tal vez sea nuestra última vez juntos aquí
El vacío de vuestra ausencia
Es gigante
Que absurdas parecen las calles
Sin que vuestros seres les den sentido
Sin que esa seguridad vuestra
tan vulnerable me enternezca.
Sin vosotros se hace el silencio
Se abre un mundo
Donde todos los sentidos
Son posibles.
Y los día son tan largos
Tan vírgenes y maleables
En la voluntad voluble del instante.
Eso es todo lo que ahora necesito,
Todo lo que estaba esperando.
Y sin embargo algo se rompe
Cuando veo ese coche
Que se aleja
Quién sabe si para siempre
Ahora se abren los días
Inciertos como melones
Volveremos al caos, a la nada
de la que todo surge,
a la exclusividad rabiosa,
de la que todo surge,
a la exclusividad rabiosa,
Volveremos al desnudo,
Volveremos al futuro
A algún lugar que tal vez mis hijas
Necesitarán reanudar vez en cuando
Y después siempre dejarlo.
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