domingo, 4 de diciembre de 2016

Narrativas viejísimas




He tenido la suerte de participar en este libro de relatos, que gira en torno al tema de la mayoría de edad. A raíz del decimoctavo aniversario de la editorial Reservoir Books, nos pedían que escribiéramos sobre el paso de la adolescencia a la edad adulta. Aceptamos el reto, entre el vértigo y el apremio. Cada uno (sin saber ni quiénes eran los "otros") enfocó el tema según su óptica y su estilo particular. Y no ha sido sino hasta ahora que hemos tenido la ocasión de leer el conjunto de relatos en torno a los cuales se ubica el propio. Ha sido una experiencia fascinante. La verdad que entre todos se abre un mapa caleidoscópico que concentra las posibles vivencias que caben en la adolescencia y en la manera de verla o vivirla desde una cierta distancia temporal. Me ha hecho especial ilusión leer tantos tonos y registros diversos del mío y que entre todos formemos una suerte de totalidad.
Me gustaría transmitiros una brizna de las visiones diversas que aguardan en este libro, sin otra pretensión que ser una invitación a la lectura, que creo muy recomendable, y no lo digo por afán de dar a conocer mi modesto relato, sino por todas las gratas sorpresas que he hallado. Los comento en orden en que aparecen, orden que me parece un gran acierto, y en grupos de tres, ya que me plantean ciertas afinidades estos tres bloques.
Los tres primeros relatos son tan concretos como evocadores, desde una primera persona que parece hacernos navegar en la órbita de la autoficción. Para algunos la adolescencia supone un espacio donde gobiernan otras reglas, una comunidad secreta, como vemos en el  relato de Ana Llurba, "La vida eterna", un espacio transido de transgresión y complicidades que se sostienen al filo del abismo entre dos chicas. Bea Barco enfoca la adolescencia desde la memoria familiar y el diálogo intergeneracional. "Lo que sé de Antonio Martín", personaje oculto en los meandros del pasado de la abuela, nos brinda un intenso y lírico relato que nos traerá al palador el sabor agridulce de los secretos de familia. "Mala Straná", por otro lado, de Carlos Robles Lucena, a través de una misteriosa carta nos sumerge en una atmósfera fantasmagórica donde amor, muerte, aventura van a la zaga por las calles de Praga; una zozobra que nos acompaña a lo largo del relato y que no nos abandonará hasta el final, donde al fin entendermos.
El siguiente grupo de tres tienen en común una suerte de inmediatez, de redondez en su planteamiento. No todos están escritos en presente pero sí plantean existencias muy definidas. Franco Chiaravalloti trenza un feroz retrato de una joven  zaragozana que se construye a sí misma por las inhóspitas calles y trabajos precarios de la capital inglesa. "Mancha" dibuja con acierto el paralelismo entre la geografía de la ciudad y el alma de la protagonista. Lolita Copacabana, en "Hasta que se enfríen un poco las cosas", plantea una adolescencia desde el presente asfixiante de una postura acomodada y frívola, a lo Breat Easton Ellis,  y hace de su personaje una voz provocadora  en su afán de disfrutar a costa de todo y a caballo entre la indiferencia y la madurez. Pía Sommer en "Todos contra el muro o volver a los diecisiete" da otro cariz al asunto, y, desde un sugerente diario de viaje, nos propone el afán de viaje como aventura vital y política solo apta para un momento de la vida donde las ilusiones y fuerzas son propicias.
Los tres últimos textos plantean relatos donde hay varios tiempos o varios niveles narrativos. Así, el de Jorge Benítez "Segunda temporada en el infierno" supone una divertísima indagación sobre la adolescencia de Rimbaud, e incluye también una divagación sobre quién o cómo podría ser un Rimbaud hoy en Barcelona. De mi relato "No quería dormir" no hablaré mucho pero sí avanzo que constituye una reflexión sobre la adolescencia vista desde el presente de la maternidad y como un vaivén de tiempos y de emociones. Para acabar, Fede Durán trenza una original fábula, "Todos los árboles del mundo", sobre la búsqueda de la madurez desde la postura excéntrica de un joven judío que tiene el don de convertir en realidad todo lo que dibuja.

En fin, en "Nueve relatos viejísimos sobre la mayoría de edad" podréis viajar al planeta de la adolescencia a través de evocaciones que os resulten muy cercanas y lejanas a la vez. Buen viaje.

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