domingo, 7 de febrero de 2016

"Sipiescas", entre París y Barcelona



Este martes tuve la ocasión de ver "El dia de la Sípia" en la Filmoteca de Barcelona (y luego un bis en el canal 33), breve película de Emili Manzano en torno al día en que Vila-Matas y Miquel Barceló se encontraron en  en París para conocerse y realizar el retrato de Vila-Matas.

Y, en consonancia con la pasión de Barceló con la sepia como materia de trabajo, y también con la expresión de Vila-Matas "el día de la sepia", estado provocado al ver la foto de una sepia "en el momento mismo de utilizar su capacidad de adaptación al fondo del mar para mimetizarse con el ambiente local" donde se "sintió de golpe transportado a un lugar cálido y peligroso a la vez", los espectadores pudimos transcender también a un estado sipil de asimilación al medio. Nos mimetizamos con el ambiente de París tras los pasos de Vila-Matas a lo largo y lo ancho de la ciudad en su disfraz invernal; nos adaptamos al color local en ese trayecto en taxi donde fluyen sus reflexiones sobre cómo construyó un personaje para sí mismo en su juventud "para ser leído" y luego ya no lo necesitó (sabemos que esa aparición en el taxi también es una suerte de máscara); entre acto y acto nos dejamos bañar por numerosos rincones en tránsito que dibujan la belleza de París; una vez en el estudio, nos inundaron la familiaridad y extrañeza que se producen a la vez en torno a la galería de retratos "despintados" (sometidos a la destrucción de la lejía), también una suerte de máscaras, para transportamos al arte de Barceló que es experimento y presencia pura, entre "sabios primitivos" y "cromatóforos"; mientras se crea el retrato, nos sumergimos en esa conversación entre dos creadores, que es un duelo de palabras del que emergen la nostalgia de las noches perdidas de la juventud, de lo que ya se fue o los que se fueron, algunos momentos míticos huyendo del servicio militar fingiendo locura, o generaciones perdidas que no fueron tan legendarias como desvaídas. Y, en fin,  acompañamos ambos en una la búsqueda incesante de identidad que se construye a sí misma en una fuga constante.

A destacar una música envolvente (de Publio Delgado), una guitarra eléctrica, que sonaba a lamento y también a presencia y resistencia a lo largo del paso del tiempo. Sentimos ese "esplendor intangible" que hay en el fondo de cada uno. Gozamos de París, "que no tiene catedrales ni casas de Gaudí".

Vila-Matas confiesa "admirar a Barceló" "porque ríe". Entre ambos han hallado el título adecuado a la exposición de Barceló. "Sipiesca". "Sipiesca", dice Vila-Matas es "diferente, simple, compleja"."no es discursiva, no es sucesiva", "no es arte sobre alguna cosa, es arte". Y concluye con el inquietante silogismo vilamatiense: "Sipiesca es sipiesca"
La cinta acaba con la imagen de Vila-Matas mirando teatralmente al infinito y después a la pantalla. Y en esta circunferencia trazada entre horizonte y espectador se erige un semicírculo, evocador, como toda su literatura. Una figura que nunca se cierra del todo y en la que podemos entrar y extraviarnos.
Salimos sipiescos en un estado de ánimo especial, donde todo detalle cuenta, donde la palabra y la imagen hipnotizan.... un estado potenciado por Manzano y Vila-Matas que ejercen de preludio y epílogo en persona en el espacio de la Filmoteca de Barcelona,  siempre con media sonrisa y la ironía en la mirada, como quien está a la vez cerca y lejos.  Un regalo para los sentidos. Un baño de arte. Un estado de intensa soledad comunicable, donde la política queda totalmente fuera de lugar. 









No hay comentarios:

Publicar un comentario