Este es un libro de mujeres, sí, pero no
necesariamente un libro para mujeres, puesto que consigue reflejar la vivencia
femenina en toda su complejidad y esplendor. A través de voces de procedencias
y edades diversas, accedemos a las historias que cada mujer se cuenta a sí
misma, con sus sueños, sus deseos (fallidos o realizados) sus concesiones, sus
contradicciones, y presenciamos cómo cada una va construyendo su identidad, en
un clima de auténticas confesiones y complicidad femenina. Tal efecto no es
casual, puesto que la autora que firma, Maxie Wander, compuso este libro
después de entrevistar a numerosas mujeres en un momento histórico determinado,
el de los años setenta en la Alemania del Este, con toda la carga añadida allí
latente de ideales políticos y empeño de emancipación de la mujer, aunque en la
práctica no les resultara tan fácil conciliar lo emocional con la razón. Lo que
más sorprende de este libro es que detectamos la individualidad rabiosa de cada
una de estas voces, pero a la vez una unidad de estilo que da a la lectura una
fluidez excepcional y un calibre perfecto en la extensión de los relatos. Maxie
Wander, además de entrevistar y dirigir las conversaciones selecciona, pule,
armoniza, hasta convertir cada confesión en un pequeño diamante tallado.
A destacar, las historias de mujeres jóvenes
y sin remilgos como Rosi, que afirma cómo se las arregla con su marido una vez aceptados
los límites de su relación y también cómo no se considera una mujer según las
típicas cualidades “pasividad, dependencia, conformismo, ansiedad, nerviosismo,
narcisismo, obediencia. Así que yo debo de ser un hombre al que sólo le falta
su rabito”. O Ruth, la joven camarera que idolatra a su padre y tiene amplios
deseos de libertad, que desea “saltar al agua o al fuego” y desprecia a los
hombres cuando se reblandecen, pero que en el fondo sueña con un futuro más
plácido. O las adolescentes Susanne, la menor de cinco hermanos, que explica
cómo ha tratado de imponerse en su familia y en el colegio o Gabi, cuyo mundo
quedó empañado por el recuerdo de su abuelo. A algunas historias se le dedica
mayor extensión, como la de Katja, relato de una médico que explica su largo
periplo desde el enamoramiento romántico de juventud hasta su presente de mujer
con profesión propia, aunque su amor igualitario presente ya no sea igual de
apasionado. Erika, asistente de escena, también sorprende en su historia de
empancipación frente a un hombre de miras más estrechas de lo que parecía en un
principio. Lena y Margot, docente y científica respectivamente, se plantean la
dificultad de dejarse llevar y disfrutar del presente, más allá de la ambición
con la que acostumbran a lidiar a diario, y se preguntan en qué va a revertir
la fuerza de las nuevas generaciones. Berta y Julia, las más ancianas, explican
sus vivencias desde el punto de vista de la pobreza (Berta, que se crió en el
campo) y de la riqueza (Julia, que gozó de un mundo poblado de arte y
refinamientos). “¿Sabes? –comenta a su entrevistadora- tuve una vida tan rica…
y por eso fui yo también polifacética. Ahora lo echo mucho de menos. Aquí no
hay más que política, y basta.”
“Buenos días, guapa”, en definitiva, es un
libro para disfrutar y con el que dialogar, que nos acompañará durante muchos
días.
Buenos días, guapa
Maxie Wander
Trad. Ibon Zoubiaur
Errata Naturae
Esta reseña apareció publicada en el Heraldo el pasado 27 de abril de 2017
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