jueves, 2 de julio de 2015

Del uso de la ironía: "Chicas felizmente casadas". (Edna O'Brien).

¿Recordáis a la gran Edna O'Brien de la que os hablé hace algunas entradas? Pues tuve ocasión de leer la continuación, "Chicas felizmente casadas", que me resultó sorprendente y sobrecogedora. Si en en algún momento cabría tildar un título de novela de irónico, este sería un gran ejemplo. Ahí va la reseña que apareció en el mes de abril en el Heraldo de Aragón.



Que nadie se llame a engaño. “Chicas felizmente casadas” no es una comedia amable donde se nos dibujan los avatares de unas graciosas mujeres en su dorada segunda juventud o primera madurez, estilo “Sex in the city” o “Desperate Housewives”, como su título podría hacernos creer. De hecho, la traducción “Chicas felizmente casadas” solo refleja pálidamente la ironía subyacente en la expresión inglesa “Girls in their married bliss”, que sería algo así como “chicas en su bendición matrimonial”.
Edna O’Brien continúa aquí la labor iniciada en las dos novelas anteriores de la trilogía, “Las chicas del campo” y “Las chicas de ojos verdes” donde se retrataba a Kate y Baba, hijas de la Irlanda más rural, católica y recalcitrante, que, a mitad del siglo XX, trataban de huir de sus condicionamientos y construirse una vida plena de amor y proyectos como habían soñado.
Ahora continuarán las andanzas de ambas chicas, ya mujeres casadas y residentes en Londres, la ciudad donde todo parece posible.
Sin embargo, Edna O’Brien nos reserva dos sorpresas estructurales en el desarrollo de la novela.
Para empezar, la cuestión de sus matrimonios y destinos es ventilada en unas pocas páginas al comienzo de la novela; de modo que pronto vemos que el peso del relato no va a recaer en el consabido “chica busca a chico” que termina en el happy end del matrimonio, sino en las sendas más siniestras de unos matrimonios fallidos y unos sueños de amor e independencia descuartizados, ofreciéndonos la cara más sombría del romanticismo al uso.
Por otro lado, si hasta ahora predominaba el punto de vista de Kate, la mujer sensible, cultivada y razonable, para la que el lector auguraba un futuro prometedor, ahora sin embargo esta perspectiva se alterna con la de Baba, la aquí predominante, la cual teníamos por alocada y superficial y ajena a una comprensión profunda de la vida; nos sorprrenderá y conquistará la inteligencia cínica de Baba, en contraste con una conciencia cada vez más borrosa y difusa, la de Kate.

Un relato sin duda apasionante como los anteriores, y además feroz, descarnado, que no duda en ahondar en las contradicciones en que tan a menudo se han bañado los ideales de una mujer que se cree moderna y aún ha de traspasar tantas barreras y auto limitaciones. Desazonador. Corrosivo. Imprescindible.

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