viernes, 8 de abril de 2022

Sònia Hernández. De huidas, fantasmas y escritura







Hay muchos motivos para leer “Maneras de irse”, de Sònia Hernández (Terrassa, 1976). El primero, para acercarse a una escritora consolidada, que ha publicado asiduamente poesía, relatos y novela, desde 2006 hasta la actualidad, y que posee una voz particular. El segundo, para adentrarnos en el universo de claroscuros que supone “Maneras de irse”: trece relatos que pueden leerse por separado o en conjunto, como una novela caleidoscópica, que nos muestran diferentes perspectivas de un mundo en descomposición. Hallaremos aquí paisajes intimistas particulares, donde se mezclan el universo de la narradora con la fantasía pura, donde se conjugan todas las maneras físicas y mentales de irse. Unos personajes están deseando fugarse y no lo hacen, o solo mentalmente, otros se desplazan de lugar o domicilio pero no se llegan a ir del todo. El irse también puede indicarnos un estado de extrañamiento exacerbado frente a la vida cotidiana, el día a día regado por exasperantes pececillos de plata domésticos o por llamadas telefónicas de personas relacionadas con el mundo del arte cuya intención es difícil de desentrañar. En la huida hay viajes también, a una mitificada y añorada Lisboa, o a un México fascinante y revitalizador, con personajes entrañables como la “prima mexicana”, y el mezcal y la obsidiana como bombas de relojería. También encontramos escenas fantasmagóricas, como los diálogos espectrales con un muerto (“El león del duelo”) o la narración del abuso en una niña que ha de ausentarse mentalmente en el momento del abuso. En los ambientes de los relatos de Sònia Hernández, pues, se entremezclan la reflexión, el sueño, el recuerdo, lo fantasmal y onírico, en unas atmósferas hipnotizadoras.

Ahora bien, hay un tercer motivo y fundamental para leer este libro: el acceso a estados mentales ambivalentes, que resultan tan extraños como cercanos al lector. En este sentido, destacaría especialmente dos relatos: “La negación del aire” y “Maneras de irse”, que da título al libro. “La negación del aire” nos explica un extraño síndrome, el de olvidarse de respirar (en “Un radical del no” hemos visto también a alguien aquejado de bruxismo, que aprieta excesivamente los dientes). En “La negación del aire” la persona tiene “conciencia absoluta del mundo” y a la vez se halla en un aislamiento del que desea salir y no. Relato construido sin apenas trama, atrapa totalmente por su fuerza poética.  En este olvido de respirar, en esta cesura del fluir de la vida, se produce el aliento de la escritura.  “Maneras de irse” en cambio es un relato con una trama muy concreta y a la vez muy kafkiana: una chica acepta un trabajo donde debe renunciar a todo para cuidar del legado de una casa misteriosa, habitando en ella. Mientras espera más instrucciones sobre su cometido, va recibiendo libros que debe leerse para formarse y entender y cuidar de ese legado. Pero el tiempo pasa y los envíos, la casa y la empresa entera va entrando en decadencia, y la protagonista se ve enredada en una realidad paralela sin sentido. Fabulosa fábula sobre el peso de la responsabilidad, el esfuerzo inútil por dar una forma y una hermenéutica al edificio dejado por otros, al legado de la cultura.

Irse sin querer, o desear irse. Lucha interna, kafkiana, dinámica entre exterior e interior; enredo permanente con sus propios odradeks. En “Maneras de irse”, Sònia Hernández viste con palabras los propios fantasmas, haciéndolos complejos, universales e irresolubles, como sucede en la mejor literatura.


Sònia Hernández, “Maneras de irse”

Barcelona, Acantilado, 2021. 149 páginas.

* Esta reseña apareció en el Heraldo el pasado 10 de marzo de 2022.