lunes, 16 de junio de 2014

Invitación a leer el Ulysses

Un pequeño homenaje a Joyce, aprovechando que el Bloomsday. Pequeña glosa libre de los primeros capítulos, densa melodía que sin embargo se puede proseguir lentamente como un día eterno y compacto; un día que contiene la nada y el todo; como nuestros propios días, si los miráramos de cerca y a la vez con distanciamiento y una lupa gigantesca de palabras.

I. El joven Stephen Dedalus se levanta en la Torre Martello, un caserón semiabandonado a las afueras de Dublín, en plena crisis, diciendo qué hago aquí viviendo con estas piezas, quién soy, para qué, ¿quién eligió esta cara para mí? Lluvia de palabras tejiendo su conciencia, junto al mar, palabras casadas, blancodeola, rielando sobre la sombría marea.

II

Dedalus en su trabajo de profe de historia de insituto sintiendo el absurdo a cada momento, oigo la ruina de todo el espacio, cristal roto y mampostería derrumbándose, y el tiempo hecho una sola llama lívida y definitiva. ¿Qué nos queda entonces?
 La dinámica absurda del aula, intercambio desigual, cerebros alimentados y alimentadores .
Pobres chicos, desabridos, aunque él también fue un muchacho, todos hijos de una madre, una le habría amado, le había llevado en brazos y en el corazón.
Algunos, y más cuando son jefes, va y se creen su papel, su patriotismo, su idiología, Me dan miedo esas grandes palabras que nos hacen tan infelices.

III

De paseo en el mar. Ineluctable modalidad de los visible: por lo menos eso, si no más, pensado a través de mis ojos. Presente rabioso.  Encuentras oscuras mis palabras. Oscuridad en nuestras almas, ¿no crees? Mañana será otro día. Sí, el poniente se encontrará a sí mismo en mí, sin mí. Todos los días llegan a su fin.
Observación de presencias sensuales. Desahogo solitario; altas vergas de un barco de tres palos, las velas recogidas en crucetas, en arribada, a contracorriente, moviéndose silenciosamente, barco silencioso.

IV

Leopold Bloom se levanta y va a comprar un poco de carne y preparar el desayuno para él y su mujer. Atravesando Dublín. Buen rompecabezas sería cruzar Dublín sin pasar por delante de una taberna.
 Observando las piernas, los movimientos de cadera. Date prisa, maldita sea. Aprovechar la ocasión mientras dura.
Ahora bien, ellas nunca comprenden.

V

Prosiguiendo el paseo, pronto a prepararse para el entierro del pobre. ¿Qué tal va ese cuerpo? Se va viviendo, dijo M’Coy. Desolación de los cuerpos. Lo tétrico de la iglesia.zz 
Buena idea el latín. Los deja atontados primero. Asilo para agonizantes. Idea rara: comer pedacitos de cadáver. Luego se sienten todos como una reunión de familia. Luego salen como emborrachados.

VI

De entierro. La bebida, el defecto de muchos hombres muertos.Desde luego, In paradisum. Dijo que iba al paraíso o que está en el paraíso. Lo dice encima de todo el mundo. Un trabajo bien fatigoso. Pero algo tiene que decir.
 Una vez estás muerto estás muerto. La idea del último día. Levantándoles a todos de un golpe de sus tumbas.
Siempre aparece alguien que uno no se imaginaba nunca.
Si de repente todos fuéramos alguien diferente.
 Fosas de cal viva. Cámara letal. Cenizas a las ceniza. O sepultar en el mar.

To be continued.


1 comentario:

  1. Jamás me había divertido y aburrido al mismo tiempo tiempo hasta que leí Ulysses. Posiblemente, ese instante que iba desde la carcajada al tedio, fue una de las experiencias subrealistas que Joyce intentaba provocar.
    Hay capítulos sublimes: el hospital convertido en castillo medieval, la narración imitando el catecismo y, cómo no, el monólogo interior del último capítulo.

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